Alejandro Catterberg en “Cada mañana” con Marcelo Longobardi

07/04/2020

Alejandro Catterberg, director de Poliarquía Consultores, dialogó con Marcelo Longobardi en “Cada mañana” por Radio Mitre, juntos analizaron el efecto que el coronavirus genera en la imagen de los principales dirigentes del país.

 

ML: Es muy interesante mirar lo que pasa hoy con los argentinos y el coronavirus. Por eso me interesa hacer un breve resumen de lo que está pasando en la Argentina, escuchándolo a Alejandro Catterberg que es quien ha medido todo esto.

AC: Estamos bien. Preocupados por esta tragedia que es como estar en un incendio, y uno no sabe si se está incendiando todo el bosque, o solo una fase frente a uno, y las consecuencias económicas, sociales, en términos de salud, geopolíticas, que todavía no tenemos ni idea de lo que esto va a generar.

ML: Es un asunto que tiene derivaciones en muchos ámbitos de modo simultáneo. Para empezar a conversar, lo que no sabemos es la magnitud de la pandemia, no sabemos si va o si viene.

AC: Te podría decir que hay modelos anteriores pero no tenemos clara la magnitud de las consecuencias económicas que va a dejar ni durante cuánto tiempo. La velocidad de los cambios y la magnitud es realmente sorprendente.

ML: Uno de los datos más relevantes de tu informe es el nivel de aprobación de Alberto Fernández en este contexto. Quisiera saber si esto ha cambiado en los últimos días.

AC: Estamos haciendo un seguimiento diario de la opinión pública. El Presidente Fernández, el Gobierno y todos los dirigentes que están a cargo de enfrentarse a esta crisis están teniendo un nivel de aprobación muy alto. También le ocurre al Jefe de Gobierno Larreta, a gobernadores, a los intendentes. La población apoya el trabajo que se está desarrollando, ve que hay un liderazgo y acción, en vez de inacción que se ve en otros países o dirigentes.

La imagen de Fernández se viene consolidando y está en niveles del 80%. Empezamos a ver un cambio de tendencia a partir del viernes pasado cuando se vieron las imágenes cruentas y contradictorias con lo que se venía pregonando desde el gobierno, de los jubilados apilados en la calle para cobrar sus haberes. A algún sector de la sociedad le empieza a generar niveles de preocupación o antipatía cuando se amagó con estatizar el sistema de salud, el acercamiento a Moyano o la compra por sobreprecios.

Ese cambio de tendencia lo tenemos que confirmar el fin de semana, pero no es que hay un derrumbe ni nada por el estilo. El apoyo al Gobierno y a Alberto Fernández están en niveles muy elevados.

ML: ¿La gente dice tener miedo frente al coronavirus?

AC: Sí. Hay una sociedad que está temerosa, incluso en términos internacionales. Se están haciendo estudios en todos los países bastante similares, y a través de una asociación mundial de encuestadores nos compartimos los datos, y Argentina es uno de los países donde mayor temor la sociedad muestra. Valores muy altos que se han estabilizado en los últimos días, pero muy elevados. Para decirte un número exacto, hay casi el 90% de la sociedad dice que tiene mucho o bastante temor por el avance del coronavirus. Y un 40% dice que la posibilidad de que ellos mismos se lo contagien es alta.

ML: Al mismo tiempo, esa gente plantea una preocupación significativa por su situación en materia económica, ¿no es así?

AC: Sí, ese es el punto que más me interesa destacar de la encuesta que hicimos, ya que estamos incluyendo las consecuencias secundarias de la crisis. La primera semana medimos básicamente opinión general sobre la pandemia, y a partir de la segunda semana comenzamos a medir su impacto económico. En este sentido observamos que el 43% de los argentinos dice que esta situación está impactando mucho sobre su economía familiar y un 35% dice que bastante. Quiero destacar que este impacto no es homogéneo socialmente; esta heterogeneidad tiene que ver con el tipo de relación laboral de la gente. Cuando uno mira qué responden los jubilados o empleados estatales, son los sectores que dicen que menor impacto está teniendo -el 30% declara que la pandemia les impacta mucho-. Entre los empleados privados, ese valor llega al 42%, y la gente independiente es la que más está sufriendo -llega al 54%-.

Hay un dato adicional, que tiene que ver con la afectación de los ingresos, donde la opinión está dividida. El 20% de la gente dice que sus ingresos se mantuvieron sin cambios, un 30% considera que disminuyeron algo, otro 28% dice que disminuyeron bastante y el 13% que se quedaron sin ingresos. Entre los empleados estatales, el porcentaje que declara haber visto disminuir mucho o totalmente sus ingresos es muy bajo -alrededor del 15%, y entre los trabajadores independientes ese valor llega al 60%. Ese sector de trabajadores incluye todos los niveles sociales, desde un escribano, un arquitecto o un dueño de una pyme hasta un jardinero o un masajista o un changarín.

Lo que se empieza a ver entonces es la división de la sociedad entre quienes reciben sueldos -primero el empleado público, quien recibe el sueldo más seguro, y después el empleado privado- y el que hace el esfuerzo desde el sector privado y autónomamente -puede ser una pyme o un emprendedor individual que tiene un comercio pequeño o un taxista-, que son quienes más están sufriendo. No solo son quienes más sufren, sino también los que financian a los empleados privados y públicos y quienes reciben el castigo de un discurso que los ataca. Esa moderación que habíamos planteado de Alberto Fernández y del gobierno tendiente a evitar que los extremos de la grieta ocupen la agenda pública debe ser cuidada en no atacar a sectores específicos que son quienes más esfuerzos están haciendo.

ML: Hay una división muy marcada entre el sector público y el privado.

AC: Es muy marcada también dentro del sector privado, entre quienes son asalariados y los cuentapropistas o independientes. Estos grupos tienen visiones distintas de cómo está ocurriendo, y considero que el gobierno no debería caer en estigmatizar a alguna parte de esos sectores.

La pregunta es qué vamos a sacar de esta tragedia en un país donde no estamos acostumbrados a tragedias. Hay países que suelen estar sometidos a tragedias naturales -terremotos, huracanes-, hay países que han vivido guerras, y esos países aprenden de esas tragedias. Argentina no es un país que haya tenido ese tipo de tragedias tan grandes. Uno podría nombrar la tragedia que significó el último régimen militar, y de eso la Argentina aprendió y por eso hoy los militares no tienen la influencia política que sí tienen otros países de la región como Brasil o Venezuela. De esa última tragedia aprendimos y la democracia en Argentina no se toca.

De la tragedia que estamos viviendo hoy en día aprendamos a no estigmatizar a los sectores productivos del país. No pensemos en las grandes empresas o en las tres o cuatro grandes fortunas del país, pensemos en los miles o millones de argentinos que ya sean pymes o emprendedores individuales, generan la riqueza y son injustamente estigmatizados.

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