“La humanidad siempre estuvo dispuesta a ser engañada por aquellas cosas que le generaban mucha adhesión”

17/05/2017

Entrevista que ALMAGRO REVISTA le realizó a Eduardo Fidanza.

Texto: Julio De Bonis

“Espejito en la pared, dime una cosa: ¿quién es de este país la más hermosa?”.
Del Cuento Blancanieves de los hermanos Grimm

¿Criticar duramente al adversario o ser conciliador? ¿Qué medidas esperan mis electores? ¿Competir en una elección o no? A falta de espejos pródigos, políticos y medios de comunicación recurren constantemente a las encuestadoras para analizar los pasos a seguir. Los resultados arrojados son vitales para modelar discursos, políticas y tantear la atmósfera general. Claro que, parafraseando al mago escapista Tusam, “puede fallar”. El Brexit y la elección de Trump fueron dos casos emblemáticos de refutación de encuestas a nivel mundial. A nivel vernáculo, la victoria de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires puso en la mira a todos los expertos predictivos.
A metros del círculo militar, frente al parque porteño de Retiro, Eduardo Fidanza, analista político y director de Poliarquía, una de las encuestadoras más importantes del país, recibe a Almagro Revista para charlar sobre la actualidad de su profesión, mostrar el termómetro político y opinar sobre las chances electorales de los posibles candidatos en las elecciones legislativas de octubre.

-Lo primero que hay que decir es que el método para recoger opiniones sobre conducta electoral está en crisis a nivel mundial y hay las más diversas hipótesis sobre por qué existe ese problema. La otra vez, Manolo Mora y Araujo, uno de los fundadores de la opinión pública argentina, que había llegado de un congreso de opinión pública en México, me dijo: ¡Qué momento crítico de nuestra profesión! Pero hay gente joven que se sigue acercando a nosotros interesada.

-¿Qué técnica de encuesta es hoy la más confiable?

-Depende, en la ciudad de Buenos Aires la encuesta telefónica es confiable porque hay una alta cobertura de teléfonos. En determinados lugares la encuesta más confiable es con entrevista personal. Y después hay una encuesta de la cual se hacen miles de casos que es la encuesta digitalizada, se llama IVR y justamente tiene el problema de la no respuesta, pero es una técnica que se va imponiendo porque son bajos los costos, se pueden hacer muchos números de casos y permite al que contrata la encuesta tener un panorama a las cuarenta y ocho horas acerca de lo que quiere saber.

-¿Cómo funciona el IVR?

-IVR es una encuesta con una voz digital que hace un cuestionario corto, con opciones cerradas de respuestas bastante sencillas, tres o cuatro opciones, no más de quince preguntas porque se responde apretando una tecla en el teléfono. Además, tiene que ser sencilla y corta para no cansar a los encuestados. Ahora también se usan encuestas a celulares, encuestas on line.

-¿Se está trabajando en nuevos métodos de acuerdo a las nuevas tecnologías? ¿Con aplicaciones por ejemplo?

-Sí, ya hay, se pueden bajar aplicaciones para hacer encuestas. Hay encuestas on-line que recibís por correo electrónico y te van guiando para que vayas respondiendo. La demanda de información vía encuestas sigue siendo importante y se toman decisiones en base a encuestas. Ahora, hoy la precisión de la encuesta electoral está en cuestionamiento.

-Estamos en la previa a una elección legislativa, mi creencia es que toda elección es ante todo un plebiscito del oficialismo, Poliarquía detectó en febrero una baja en las expectativas económicas. ¿Puede el oficialismo revertir en el plano económico esas expectativas en el corto plazo que nos separa de la elección?

-Hay que ver dos planos: el económico y el político. En los primeros catorce meses del gobierno de Macri vamos a ver que en buena medida -porque la economía no se recuperó- las razones de apoyo al gobierno tienen un fuerte componente político, porque hay un porcentaje importante de la población -en orden del 50 por ciento, y que al principio del gobierno eran más- que cree que Macri puede representar un cambio respecto a Cristina Kirchner y que además no quiere volver a Cristina. En febrero efectivamente empezamos a detectar una caída en la imagen del gobierno, acompañada por un descenso de las expectativas económicas. Ahora, si uno ve el gobierno en febrero, en marzo, un marzo caliente: manifestaciones, protestas, reclamos, etcétera… y uno ve los primeros días de mayo, los principales comentarios de los analistas políticos advierten una recuperación de la iniciativa política del gobierno. Y también eso tiene una réplica a nivel de las encuestas de opinión, porque el gobierno se recuperó de la caída de febrero y marzo en abril, y se estima que en mayo se va a mantener. La experiencia internacional indica que las razones prevalecientes del voto son económicas, pero no siempre es así. Entonces, como lo económico no va a ser peor supuestamente que el año pasado, si no que habría una tenue recuperación, el gobierno puede que llegue a las elecciones mejor de lo que pensamos hace dos meses. Acá hay un factor importante que pasa en limpio las cosas: la suerte de este gobierno en lo económico depende de la recuperación de la producción, de la creación de puestos de trabajo, del descenso de la inflación… pero en lo político depende del grado de coerción o división que tenga el peronismo. Hoy se ve un peronismo sumamente atomizado, un sindicalismo sumamente atomizado y los liderazgos peronistas se fueron desgastando. Un caso muy característico es el de Sergio Massa, que cuando inicia el gobierno de Macri es claramente una figura de prestigio en la oposición. Si uno ve la evolución de la imagen de Massa durante todo el 2016 muestra una caída progresiva del sesenta por ciento de imagen positiva a menos del cuarenta. De modo que Massa no es, Randazzo recién está apareciendo, pero tampoco parece una figura fuerte, y luego la figura fuerte del peronismo es a su vez la más controvertida que es Cristina Kirchner, esa atomización del peronismo le sigue permitiendo al gobierno una iniciativa política.

-Esa iniciativa política de las últimas semanas es de confrontación, vos la catalogaste como un estilo Thatcher…

-Hay que ver lo que representa el gobierno y su liderazgo… María Eugenia Vidal es una carta muy importante, porque es la figura con mejor imagen en la política argentina en este momento y porque el gobierno de Macri trata de mostrar que no es lo que dice el Turco Asís, que no es el tercer gobierno radical, entonces quiere mostrar una fortaleza que los radicales no mostraron en su momento, y ahí es donde sostuve que plantarse, no totalmente, pero plantarse frente a la huelga docente como hizo Vidal es una salida a lo Thatcher, por esa famosa huelga que enfrentó Thatcher en sus inicios. No es una cercanía ideológica sino de una actitud.

-¿Esa estrategia de profundizar el enfrentamiento aniquila las amplias avenidas del medio? ¿Es acertada?

-Por ahora, la idea de polarizar con el kirchnerismo le está saliendo relativamente bien y eso estaría invalidando una avenida del medio, que la podría haber recorrido Massa. De cualquier manera, mi observación es que Massa es una figura con cierta inmadurez política, inmadurez para construir, inmadurez para armar su estrategia, inmadurez para dialogar; el peronismo necesita una figura con más estatura, puede ser Massa dentro de un tiempo, pero no es Massa ahora.

-Hablemos de termómetros 2.0: Facebook, Twitter… ¿Sirven esas manifestaciones en las redes sociales como parámetro para medir un fenómeno o es un microclima de pocos?

-Hoy las redes son extremadamente importantes porque es un medio que no sólo emplea las élites, sino el conjunto de la sociedad, entonces es un comportamiento, una lógica, una metodología, una forma de expresar los sentimientos, etcétera. Así que toda esa realidad digital es una realidad a la cual la política, la sociología y los estudios sobre la cultura deben prestarle atención. Y de alguna manera representan; sabemos todas las maneras que hay para medir esa relevancia digital y de alguna manera ese rating que otorga relevancia a figuras. Uno ve intelectuales, periodistas, científicos, políticos, que tienen sus cuentas, con sus seguidores cuya cantidad es un signo de popularidad. Y en la política es muy importante.

-Pareciera que el Pro sacó mucha ventaja en territorio cibernauta. ¿Al peronismo no le faltó ponerse al día con respecto a los nuevos medios?

-El peronismo no ha entrado en toda esta realidad de los nuevos medios y atrasa. Ahí está también la habilidad que ha tenido el Pro en picar primero en la posmodernidad de la política, en territorio nuevo, comprender las nuevas sensibilidades, las nuevas técnicas. En cierta manera estamos en la posmodernidad, con otras sensibilidades, otros estilos, otras costumbres, Macri empalma más esto que Cristina. Macri tiene 58 años, Cristina tiene 64, pero en realidad Macri representa mejor a la franja de entre 35/40, por lo menos en buena parte de la clase media. Es bueno ver la cantidad de adhesiones que tiene Macri no tanto por él, sino por el rechazo al estilo ampuloso, ideológico, baja línea, moralizante de Cristina, que representa a la generación del 70 que ya prepara las valijas. Es mi generación, los que están por arriba de 70 años, cuyo inicio de vida política fue en la dictadura, eso marca una diferencia importante con los que se socializaron en la democracia. Había unas cargas muy importantes y niveles de compromisos muy fuertes, pero era otra época.

-Volvamos al tema encuestas, ¿Qué explicación le encuentra a los desaciertos de pronósticos en la elección bonaerense de Vidal y a las diferencias en los guarismos de la primera vuelta presidencial?

-Habría que ver en particular… cada campaña tiene sus dificultades adicionales, lo que está claro es que en la elección presidencial del 2015 todas las consultoras tenían una diferencia para la primera vuelta a favor de Scioli sobre Macri que después se reveló que era menor. Si el promedio de las diferencias estimadas eran entre siete y ocho puntos, la diferencia fue tres puntos, esos tres o cuatro puntos que no se pudieron predecir con exactitud fueron decisivos.

Te digo algo más, las expectativas en cuanto a las encuestas a veces desde el punto de vista periodístico son excesivas. Por ejemplo, no es lo mismo anunciar que gana A y gana B, a anunciar que gana A por ocho puntos y lo hace por tres puntos. Estas son herramientas fiables pero falibles, lo que pasa es que sobre la encuesta se hizo una especie de mito cultural. Nosotros tenemos publicado un librito donde mostramos todos nuestros resultados, que han sido muy acertados, pero el nivel de precisión que el periodismo le pide a las encuestas es muy grande. Después publican un ranking… ahí se hacen una mezclas muy grandes, porque se comparan encuestas que se han publicado con distinto criterio. Por ejemplo, no es lo mismo una proyección de los resultados que una distribución de las preferencias con indecisos, con gente que no contesta. Entonces a veces el periodismo es muy crítico pero no es muy cuidadoso o técnicamente no comprende que vos no podés comparar una encuesta que es una proyección con una que es una distribución de preferencias, que incluye a los indecisos. Eso pasa mucho.

-Hablando de usos periodísticos: muchas veces las encuestas pasan de ser un instrumento de diagnóstico a ser titulares de un medio. Por ejemplo, en el último paro se difundieron encuestas sobre la adhesión a la medida por parte de los ciudadanos, esos datos nunca serán contrastados por una realidad como en las elecciones, pero se presentan como verdades reveladas. ¿Esto también es un mal uso mediático?

-Sí, hay malos usos o usos descuidados. Hay una primera norma, que es de las organizaciones internacionales que reúnen a los especialistas en opinión pública, y es que hay que publicar las fichas técnicas. En nuestras series con La Nación siempre está la ficha técnica, en otros medios hay gran cantidad de encuestas sin ficha técnica. Ese es un criterio. Porque tiene que estar el margen de error, la metodología utilizada, el tamaño de la muestra, una cantidad de cosas. Además, ahí has dicho otra cosa, muchas veces eso proviene del comité de campaña y también de colegas que aceptan esas condiciones, la encuesta utilizada como una herramienta de marketing de campaña es muy nociva porque la encuesta debe mantener un cierto carácter de neutralidad. Puede ser que alguien contrate una encuesta y como le da bien la quiera publicar, esto ha ocurrido durante todos los años de los Kirchner. ¿Qué hicieron los Kirchner? Contrataban una cantidad de agencias que elaboraban sondeos y los presionaban para que publiquen los datos que se consideraban favorables. Una vez una colega me contó cómo frente a resultados adversos a Néstor Kirchner, recibía presiones directas suyas para cambiarlos. Esto ocurrió.

-Poliarquía divide a quienes apoyan al actual gobierno entre dos tipos: realistas e incondicionales. ¿Cómo se encasilla a un encuestado en esas categorías?

-Eso se elabora usando preguntas muy sencillas: ¿El país está mal o está bien? ¿El país va a estar mal o va a estar bien? Si yo cruzo eso obtengo que una cantidad dice que hoy el país está bien y dentro de un año va a estar mejor. ¿Quiénes son esos? El núcleo duro del macrismo. Si uno pregunta entre esos, la imagen de Macri da 90 por ciento positiva. Después están los que dicen hoy el país está mal y dentro de un año va a estar peor.

Esos son contradictorios a los anteriores, que son básicamente el núcleo entorno a Cristina Kirchner, un 30 por ciento de la población más los desilusionados de Macri. Y luego hay un grupo del medio y decisivo que ve al país mal, pero cree que dentro de un año va a estar mejor; son los que hacen el aguante. Uso la palabra aguante porque denota la condicionalidad. Hoy siguen bancando, aunque se engrosan los que están en contra, pero hay una situación casi empatada. La última medición nuestra dio 52 o 53 a favor del gobierno, 46/47 en contra. En febrero se había invertido, 52 desaprobaban, 48 aprobaban, pero están ahí.

-¿Cuánto funcionan las noticias falsas que se encuadran en el fenómeno de la posverdad?

-A ver, sin percibirlo demasiado, se va perdiendo la noción de lo que es verificar. Esto en periodismo ustedes los saben. ¿Cómo se verifica? Bueno, con otras fuentes. Para que haya mentiras, tiene que haber bajos niveles de información, esto lo he testeado. Hay menos niveles de información porque la gente se informa menos.

-Eso combinado con consumir noticias de redes sociales, muchas publicadas dentro de círculos cerrados. ¿Esto magnifica el fenómeno?

-Exacto, está hipertrofiada la comunicación e infravalorados los momentos en que las personas se informan por su propio esfuerzo, verifican por su propio esfuerzo, leen por su propio interés. Más bien dedican mucho tiempo a intercambiar por otros, información, impresiones, fotos, lo que sea, pero dedica poco tiempo a su propio acopio. Entonces hay bajos niveles de información y propensión a creer a los del propio grupo, aquellos que uno sigue. Además, ¿Qué es la posverdad? Es algo que me dicen, que me agrada, que me tranquiliza o me confirma mi vínculo con otro, mis creencias. Esto empieza a pesar más que la verificación, si me conforma, si me agrada, si me emociona, entonces ya le doy crédito, al darle crédito puedo estar construyendo esa posverdad.

-El problema es que ese rol de fortalecer las creencias propias antes estaba a cargo de los formadores de opinión o de las editoriales del diario, pero era claro que eran opiniones. Si esta nueva tendencia funciona, ¿no estaría deformando por completo las percepciones individuales?

-Es una herida tremenda a las redes y los creadores de las redes están preocupados porque circula información, datos que no son ciertos y sin embargo logran adhesión. Es así, la historia marca que la humanidad siempre estuvo dispuesta a ser engañada por aquellas cosas que le generaban mucha adhesión. El demagogo moderno puede ser aclamado y… a ver, Hitler dijo que los judíos eran los culpables y la gente fue detrás de eso. ¿Y quién verificaba que eran culpables? Por eso, no es de ahora, lo que pasa es que las redes potencian, amplifican. En las redes funcionan todo tipo de material, también existen las posverdades en el campo emocional, en el campo efectivo, en el campo privado, lo que estás dispuesto a creer en ese gran mercado lo vas a encontrar. En lugar de decir yo antes de creer en algo lo quiero verificar, más bien busco y elijo la verdad que me queda.

-Vienen tres candidatos a consultarte qué hacer según sus mediciones. El primero sería Lousteau, ¿Le recomendás que se presente contra el PRO, que llevará a Carrió encabezando la lista?

-Lousteau presenta una combinación entre audacia y ansias de poder, con una organización que es el radicalismo de la ciudad que tiene cierto poder no político pero sí económico, entonces es una conjunción de los intereses de esa burocracia radical, que no quiere perder peso y considera que la capital es del radicalismo, con las apetencias de un personaje como Lousteau… ¿Qué tiene qué hacer? No sé, yo no asesoraría a Lousteau. Es más, alguien tuvo la intención de que pudiera ayudarlos y no me convence.

-Y si llama Randazzo para ver si le conviene jugar…

-Su primera declaración que se le conoce es francamente equivocada… cuando dijo mi enemigo es Macri, la gente me parece que no quiere hablar de amigo/enemigo… Yo le diría a Randazzo que le pasó un poco el tiempo, él creyó que tenía un peso mayor en la política argentina como para estar un año en silencio. Me parece que tiene un peso un poco menor al que supone o algo en su estrategia no terminó de amalgamarse.

Esperó demasiado tiempo para pronunciarse, algunos decían que tenía miedo al carpetazo… Es cierto que hay que reconocerle sobre todo el tema de los trenes, donde apostó mucho, pero después, o sobrevaloró o no tuvo la audacia, o la espalda o la decisión para aparecer antes en la política. Me parece que transcurrió demasiado tiempo, a lo mejor me equivoco. De hecho Randazzo no está en el ranking de los seis, siete, ocho políticos más valorados de la Argentina, porque aparte tiene niveles de desconocimiento importantes. A veces, visto en el microclima se lo valora… pero muchos hoy no lo eligen porque no lo escuchan hace un año, estar un año fuera de la política es un costo muy grande para cualquiera. Y Randazzo no era una figura tan relevante para darse ese lujo.

-Toca la puerta Cristina Kirchner.

-Cristina Fernández de Kirchner tiene ante sí dos guiones posibles para el fin de su carrera política: una es la candidatura, el regreso a la competencia política. Ella nunca va a sacar el 54 por ciento de los votos pero puede hacer una buena elección legislativa, de hecho donde se presente va a obtener el cargo.

-¿Podría triunfar como primer fuerza?

-Hoy diría que no tiene chances de ganar.

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