El círculo virtuoso de la recuperación empieza a mejorar el humor social

por Alejandro Catterberg 29/09/2017

La recuperación de la economía argentina está dejando de ser solamente una narrativa fría en boca de economistas y funcionarios y está llegando a los ciudadanos de a pie. En los últimos 60 días, casi la totalidad de los indicadores de percepción y evaluación de la coyuntura social que medimos a través de nuestros estudios nacionales han mostrado una tendencia ascendente. Hay mejoras notables: las evaluaciones positivas sobre la situación actual del país mejoraron durante los últimos dos meses y pasaron de un 19% en julio al 28% actual; las evaluaciones favorables en comparación con un año atrás alcanzaron el valor más alto de los últimos cinco años; las evaluaciones negativas sobre la situación económica del país retrocedieron del 42% en julio al 34% en agosto; por primera vez desde 2006 uno de cada cuatro argentinos dice que los precios se mantuvieron estables en el último mes; los indicadores de consumo y propensión al consumo comienzan a mostrar consistentemente variaciones interanuales positivas.

Estas mejoras favorecen el incremento de la confianza en el Gobierno, la aprobación de la gestión presidencial y la imagen de los principales dirigentes de Cambiemos. La victoria nacional en las PASO y el contraste que impone la campaña electoral entre las visiones sobre el futuro del país que hay en disputa retroalimentan a su vez este cuadro de situación.

Así, el macrismo entró -en el momento en que más lo necesitaba- en un círculo virtuoso de recuperación económica que se traslada a una mejora del humor social, que ayuda a lograr notables resultados electorales, que generan más confianza y mejores expectativas económicas.

La elección de octubre pareciera que va a ser un nuevo eslabón de este proceso, sobre todo si el Gobierno logra imponerse en los dos grandes distritos donde no pudo triunfar en agosto pasado: Santa Fe y Buenos Aires. De conseguirlo, lograría algo que sólo Alfonsín alcanzó, en 1985, cuando fue capaz de ganar, en una elección de medio término, en las cinco provincias más grandes del país.

Adicionalmente a la recuperación del humor social, otros factores están jugando a favor de la consolidación de Mauricio Macri y de sus posibilidades para mantenerse en el poder más allá de 2019. La crisis y la fragmentación del peronismo se profundizan en lugar de atenuarse. A los magros resultados electorales se suma el hecho de carecer hoy de liderazgos nacionales, proyectos de renovación, agendas de políticas públicas convocantes y redes articuladas para coordinar estrategias comunes. Así, el PJ podría estar en la senda de repetir la transformación sufrida por el radicalismo durante la década pasada, cuando dejó de ser un partido de peso nacional para convertirse en una heterogénea constelación de fuerzas provinciales. Para agravar la escena, Cristina Kirchner -a pesar de transitar un claro retroceso- sigue siendo la voz más fuerte dentro del peronismo. La vigencia de la ex mandataria continuará frenando la posibilidad de reunificación del peronismo y colocará en posición incómoda a muchos gobernadores y legisladores del PJ, que se verán forzados a apoyar las medidas propuestas por un gobierno en expansión o quedar vinculados a las posturas del cristinismo.

El gobierno nacional está dejando atrás la primera etapa de su gestión, que estuvo caracterizada por una normalización macroeconómica que incluyó ajuste económico, caída del consumo, aumento de tarifas, inflación elevada y un casi nulo crecimiento del empleo. Pese a ello, logró mantener niveles de apoyo social elevados y un resultado electoral que se vislumbra muy favorable. Si la segunda parte del mandato de Macri está signada por una menor inflación, un mayor crecimiento económico, más consumo, menores aumentos de tarifas, más créditos, más obras públicas y más oportunidades de empleo, en un contexto con peronismo fragmentado, la conclusión parece obvia: por primera vez en nuestra historia un presidente no peronista estaría en condiciones inmejorables de lograr un segundo mandato consecutivo.