Alejandro Catterberg en “De mañana” con Pablo Rossi

18/05/2020

Alejandro Catterberg, director de Poliarquía Consultores, dialogó con Pablo Rossi en “De mañana” por Radio Mitre, juntos analizaron las oscilaciones del humor social argentino y el escenario político ante la pandemia.

PR: Hace pocos días recibí un monitoreo sistemático de opinión pública sobre coronavirus realizado por Poliarquía, bajo la dirección de Alejandro Catterberg. ¿Cuál es tu percepción de la trazabilidad que ha habido hasta ahora?

AC: Desde que el coronavirus comenzó a transformarse en el eje principal de la vida política, económica y social de todos los argentinos, en Poliarquía realizamos un monitoreo sistemático independientemente del resto de las encuestas que llevamos a cabo desde hace varios años. Lo que hacemos es un seguimiento semanal para conocer cómo están los argentinos en relación a este tema, ya vamos por la décima semana. En este tiempo se han visto datos interesantes.

En líneas generales, lo que se vio en la sociedad argentina es, primero, un alto grado de preocupación por el tema, con mucha gravedad asignada. Estos estudios se están haciendo en todo el mundo y los encuestadores tenemos una red internacional donde compartimos los resultados, y ahí se refleja que Argentina es una de las sociedades con más miedo en relación al coronavirus en el mundo.

También vemos altos niveles de apoyo a los gobiernos y los gobernantes. A raíz de esta crisis, Alberto Fernández generó un nivel de consenso social alrededor de su figura muy significativo. A modo de aclaración, esto no solo ocurrió con el Presidente sino también con la mayoría de los dirigentes en cargos ejecutivos que nosotros evaluamos, y estimo que debe estar ocurriendo lo mismo con el resto de los gobernantes que no evaluamos. La popularidad y el nivel de apoyo de Horacio Rodríguez Larreta crecieron fuertemente, convirtiéndose en el segundo dirigente mejor evaluado del país. Pero también gran parte de los gobernadores y los intendentes que están al frente de la lucha han tenido un respaldo muy significativo.

Esto no se da solamente en Argentina, cuando uno mira los indicadores mundiales, los porcentajes de aprobación de casi todos los presidentes están en niveles récord con algunas excepciones: Bolsonaro en Brasil -que cayó fuertemente-, López Obrador en México, etc. Pero en su mayoría lo que está ocurriendo es que frente a situaciones de crisis, los sociedades se aglomeran alrededor de la figura de sus líderes.

PR: ¿Cuál ha sido, en términos generales, la aceptación de la cuarentena estricta y cómo se ha podido establecer la presión por la flexibilización en este tiempo?

AC: Eso va en línea con lo que hablamos recién. Te podría resumir en tres etapas lo que hemos observado en la opinión pública durante estos dos meses y medio. Primero, niveles de apoyo muy alto a los gobiernos y a las decisiones que toman, alrededor de 80% de acuerdo con la cuarentena, aprobación del sistema de salud, etc. Eso fue mermado hace dos o tres semanas, a medida que la cuarentena se mostraba exitosa en aplanar la curva en Argentina -comparándolo con Brasil o incluso con Chile, el caso argentina ha sido exitoso. La segunda consecuencia tenía que ver con un aumento en la demanda por la apertura económica. Ese fue el cambio de tendencia que empezamos a ver hace un par de semanas: la gente empezaba a perder miedo y preocupación por el virus, y a demandar una apertura de la cuarentena.

Lo significativo que tiene el último informe es que a partir de la semana pasada y sobre todo a medida que iban escalando los casos en barrios carenciados del área Metropolitana de Buenos Aires, lo que observamos es que se ha vuelto a revertir esa tendencia. Nosotros le preguntamos a la gente si considera que lo peor ya pasó o si está por venir. Siempre predominó la idea de que lo peor estaba por venir, pero eso había bajado en las últimas dos semanas. En los últimos días, como aparece en el último informe, ese indicador creció fuertemente y hoy lo tenemos en el punto más alto desde que comenzamos a medirlo.

Lo que estamos viendo es que la disparada de casos -sobre en el Área Metropolitana- ha hecho que se reviertan las tendencias que habíamos comenzado a ver: la gente considera que lo peor está por venir, la preocupación empezó a subir, y hay una respuesta rápida en términos de cambio en el humor frente a lo que ocurrió en los últimos días.

PR: ¿Cuánto creés que incide este tipo de trabajos en el Gobierno para manejar cuestiones tan sensibles como la flexibilización o continuidad de la cuarentena? ¿Cuánto gravita hoy el humor social en la toma de decisiones?

AC: No lo sé con respecto al Presidente Fernández ni sé a cuáles encuestas tendrá acceso o cuánto peso les dará. Mi impresión general es que los políticos usan las encuestas no como elemento principal en la toma de decisiones, sino como factor para explicar y convencer a la sociedad de sus decisiones. Salvo cuando esas encuestas muestran cambios muy fuertes -ya sea de apoyo o de rechazo-, pueden servir para que los políticos pongan un freno de mano por ejemplo en sus decisiones. Pero mi visión es que los políticos toman decisiones basados en su experiencia y en las recomendaciones que reciben. Es posible que tomen las encuestas de opinión pública como un elemento más, pero no creo que sea el factor principal ni creo que debería serlo. Liderar en base a leer encuestas no es lo más recomendable.

PR: En términos de convivencia política, hubo un momento auspicioso donde los consensos comenzaban a importar más que los disensos. Hubo una foto emblemática -incluso con todos sus vaivenes- de Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta, que ha sido icónica de lo político en todo este tiempo. ¿Esto comienza a resquebrajarse la solidez de ese encuentro de consensos a medida que avanza la cuarentena?

AC: Deberíamos evaluar la foto más grande de lo que está pasando en Argentina. Por un lado, en ambos lados de las coaliciones principales -las que sumaron casi el 90% de los votos en las elecciones del año pasado- conviven distintos enfoques sobre cómo hacer política, y cómo vincularse con el otro lado. Dentro de la coalición peronista-kirchnerista tenés voces mucho más radicalizadas, y que apuestan más a la confrontación, a la grieta, e ideológicamente con una visión mucho más marcada. Pero también esas diferencias están dentro de la coalición de Cambiemos.

Lo que ha dominado en la política Argentina en los últimos 10 años son versiones extremistas, que no necesariamente son mayoritarias pero son las más fuertes, las que más se escuchan, tienen minorías muy intensas que las defienden. Entonces todos los intentos que hemos visto estos años, incluso electorales, como la ancha avenida del medio, han fracasado.

Lo que se había empezado a ver, y creo que se sigue viendo con la cuarentena, es que la sociedad empezó a premiar fuertemente a los moderados. Porque además, esta crisis requiere dialogo y coordinación entre las partes, porque si no sería un escándalo como sucede en Brasil. Entonces la necesidad de coordinar, la necesidad de dialogar, de fijar posturas y políticas comunes llevaron a este consenso y convivencia que estamos teniendo. Y la sociedad lo premió, si vos te fijas en estos meses, las imágenes de Alberto Fernández y de Horacio Rodríguez Larreta subieron fuertemente, mientras que las de Cristina Kirchner y Mauricio Macri cayeron o ni siquiera se mantuvieron. Entonces la sociedad premió a los moderados, y está rechazando, sobre todo en un contexto de crisis, a las peleas políticas que proponen las alas más duras de cada lado.

Ahora la pregunta es cómo sigue la película, porque lo que viene para Argentina y para el mundo es la crisis económica. Ahí viene el gran interrogante. Creo que cuando asumió como Presidente, Alberto Fernández tenía que buscar entre una moderación política que llevara a un equilibrio económico. Nadie esperaba que la economía argentina se recupere fuertemente pero un Alberto más moderado podía generar una estabilidad de la economía. Y eso fue lo que empezamos a ver los primeros meses cuando el Presidente negoció con la oposición un paquete de medidas que incluían cosas muy antipáticas para cualquier gobierno, y especialmente para un gobierno kirchnerista, como era ajustar las jubilaciones, empezar un diálogo con el FMI. El otro camino era una radicalización política que llevara a una profundización de la crisis económica.

Lo que cambia ahora es que la causalidad ya no viene por medio de qué decisión política o qué estilo de conducción iba a tener el Presidente a qué economía nos iba  a llevar, porque la crisis económica viene indefectiblemente por el coronavirus y la crisis mundial. La pregunta que ahora me hago es si es factible que la crisis económica conviva con un proceso de moderación política, o si lo que vamos a ver es un proceso de radicalización política.

PR: En relación a cuánto afecta a la economía personal esta cuarentena, llama la atención que según el relevamiento de ustedes se mantiene un apoyo alto pese a la cantidad de gente que dice que está mal.

AC: La cantidad de gente que dice que está mal, que está siendo afectada por el coronavirus en la última medición se mantiene o mejora un poco. Hay datos interesantes que salen de estos estudios semana a semana. Primero, en líneas generales esta estabilización muestra que aún no ha habido un impacto en la sociedad muy fuerte. La gente está preocupada, tiene incertidumbre a futuro, pero cuando le preguntamos por su situación económica, cuando una compara los datos de los últimos meses con el actual, no hay grandes variaciones.

Tiene que ver con que algunos sectores sociales se han beneficiado en términos relativos, o no han empeorado como otros sectores. Eso se ve claramente, cuando uno ve que los empleados públicos manifiestan un nivel de preocupación menor que los empleados privados, y mucho menor que los independientes; ya sea independiente de clase alta como puede ser un escribano o un independiente de clase baja como un jardinero o alguien que hace changas y vive de lo que genera todos los días. Entonces lo que influye es el tipo de ocupación. Además, mientras algunos mantuvieron su sueldo, pudieron trabajar y los precios se mantuvieron, los niveles de inflación en este último mes no han subido, sumando que hubo siete millones de argentinos que recibieron un beneficio extra de $10.000 por parte del Estado.

Entonces hay algunos sectores sociales que tienen el trabajo asegurado, que no tienen miedo a perder el empleo, que siguieron cobrando el sueldo, o que incluso cobraron un extra, y ellos manifiestan no estar peor. En contraste, son sobre todo los independientes -ya sean de clase alta media o baja- los que peor están.

Tenemos una pregunta que indaga sobre la situación anímica de los encuestados, y los trabajadores independientes tienen mayores niveles de angustia y estrés que los empleados públicos.

Generalmente, cuando nosotros los encuestadores miramos los resultados de las preguntas que le hacemos a la sociedad, después tratamos de entender qué explican esos resultados, y qué sectores opinan más de una forma o de otra.

En este caso hemos visto que la variable que más explica las diferentes posturas es el tipo de ocupación del principal sostén del hogar. Aquellos hogares que tienen la fortuna de ser empleados públicos, contar con un sueldo y trabajo garantizados tienen menos niveles de estrés y preocupación, y apoyan más que la cuarentena continúe que aquellos que no están trabajando y por ello no tienen ingresos.

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