Alejandro Catterberg en “Cada mañana” con Marcelo Longobardi

18/05/2020

Alejandro Catterberg, director de Poliarquía Consultores, dialogó con Marcelo Longobardi en “Cada mañana” por Radio Mitre, juntos analizaron la actualidad del país.

ML: Cada semana, Poliarquía elabora un informe muy completo coronavirus. Tengo el privilegio de discutir los resultados de la última semana con Alejandro Catterberg. En términos generales, se podría decir que se fortalece la aprobación del presidente Fernández y crece la preocupación por el avance de la pandemia en Argentina.

AC: Estos últimos días se dio un cambio de tendencia que viene acompañado por lo que está pasando en algunos barrios carenciados de la Ciudad de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires con el crecimiento en los números de casos y también indirectamente con lo que está pasando en países vecinos como Brasil y Chile. Con el transcurrir de los días, esto fue profundizando algunos cambios de tendencia llevándolos a una reversión hacia opiniones de mayor preocupación, y revirtiendo lo que veníamos hablando en las últimas semanas cuando la sociedad comenzaba a relajarse y a perderle el miedo y a exigir mayor apertura.

Lo que vimos en los últimos días de la semana pasada es un mayor nivel de preocupación, eso afectando los niveles de aprobación más allá de que los niveles de aprobación de Alberto Fernández se mantienen muy elevados en relación a su manejo de la crisis. En los últimos días ha habido una correlación entre el alza en los números de casos y los niveles de aprobación de Fernández y de los principales dirigentes del país. Hay también un indicador clave, que nosotros venimos midiendo desde el principio, donde le preguntamos a la gente si lo peor ya pasó o si está por venir. La idea de que lo peor ya había pasado venía creciendo fuertemente y la semana pasada la idea de que lo peor está por venir alcanzó el valor más alto de la serie.

ML: Volviendo a Fernández, la aprobación se sostiene alrededor del 80%, ¿es un dato muy alto, no?

AC: Sí, y es muy característico de estos procesos alrededor del mundo. Los dirigentes tienden a concentrar un nivel de apoyo muy grande, pero la pregunta que abre un interrogante hacia adelante es cómo va a evolucionar a medida que los impactos económicos se empiecen a sentir más fuertemente. Un dato interesante de las encuestas que estamos haciendo en Poliarquía es que no estamos viendo estas últimas dos semanas un incremento de los impactos negativos en términos económicos en la sociedad. La gente obviamente está preocupada por lo que puede venir, pero no vemos diferencias significativas en la evaluación de su situación económica personal con respecto al momento previo a la crisis del coronavirus.

ML: ¿Ustedes están midiendo a Horacio Rodríguez Larreta?

AC: Medimos a Rodríguez Larreta, al Gobernador Kicillof, entre otros varios dirigentes. En la misma línea que el Presidente, Larreta concentró un nivel de consenso muy importante no solo entre los porteños, sino a nivel nacional. En los últimos días, a medida que aumentaron fuertemente los casos en algunos sectores específicos de la ciudad de Buenos Aires, eso afectó su popularidad y vimos una tendencia que se invertía y empezaba a caer. Pero si hoy uno mira la popularidad del Jefe de Gobierno, su nivel de aprobación está entre sus records personales.

La correlación entre la evolución del manejo de la crisis sanitaria y la popularidad de los gobernantes, tiene que ver con lo que viene hacia futuro. Sabemos por muchísimos estudios anteriores que la sociedad responsabiliza de la situación de la economía nacional no a los gobernadores ni a los intendentes sino al Presidente. Cuando por ejemplo los intendentes dicen “cerremos todo”, “que no se abra nada”, ahí es donde ellos ponen en juego su grado de valoración por parte de sus vecinos. Cuando la crisis económica se profundice, hay que ver cuál va a ser la actitud de todos los intendentes y gobernadores que hoy se muestran muy cercanos al Presidente, porque en términos económicos, la sociedad castiga al Presidente.

Lo que quiero decir es que es posible que en unos meses, muchos gobernadores e intendentes se abran de manos y digan “nosotros no tomamos decisiones en materia macroeconómica, miren a la Casa Rosada”. Y eso puede generar un cambio de dinámica política que pueda llevar a problemas dentro de la propia coalición de gobierno, etc.

Para mí la pregunta principal cuando asumió el gobierno de Fernández era qué camino político iba a seguir. Yo veía que había dos caminos o dos grandes líneas: en términos políticos, una moderación política que podía llevar a una estabilidad económica, o una radicalización política que podía llevar a una profundización de la crisis económica. Alberto Fernández arrancó por el lado de la moderación política y buscando la estabilidad económica. Eso lo vimos en el acuerdo que hizo en el Congreso, en la idea de desindexar las jubilaciones y pensiones, y en el acercamiento con el FMI -más allá de que la Vicepresidente tweeteaba desde La Habana contra la directora del organismo.

Ahora lo más probable es que esa estabilidad económica no venga. No por culpa de que el Presidente buscó desde un inicio, sino porque la crisis internacional del coronavirus va a llevar a una profundización de la crisis económica. El gran interrogante es si puede convivir una profundización de la crisis económica con una moderación política.

ML: Estamos viendo además tensiones crecientes entre la Ciudad de Buenos Aires y los intendentes del Conurbano en niveles demasiados altos y muy politizados.

AC: Y más aún para esta etapa. Lo que está en juego ahí es que muchos de los intendentes no hacen un equilibrio entre salud y economía, y los vecinos de los distintos partidos o de las provincias no van a culpar a los intendentes y gobernadores por cuán alta sea la inflación o el desempleo. Cuanto menos, la gran parte de esa responsabilidad va a estar asignada al ejecutivo nacional, y eso lleva incentivos distintos respecto a qué decisiones tomar.

ML: Hay un artículo muy genial escrito este fin de semana por Gustavo González, director del diario Perfil, cuyo título lo dice todo: “Macri-Cristina vs Larreta-Fernández”.

AC: Eso tiene que ver con si se imponen las alas moderadas de cada coalición. Lo que me preocupa es que la causalidad se ha modificado. Ya no es lo que la política o el camino político que los gobiernos tomen va a llevar a un resultado económico, sino que pareciera ser inevitable que el resultado económico negativo viene.

ML: Y eso puede obviamente agigantar las perspectivas más radicalizadas.

AC: Estos esfuerzos de moderación política que empezó Alberto Fernández en sus primeros meses van a recibir tensiones. Tensiones con Cambiemos, con sectores más radicalizados o efusivos, e incluso al interior de su propia coalición. La pregunta va a ser, una vez que la inflación empiece a subir -si es que sube, todos los pronósticos dicen que así será-, si el gobierno podrá sostener sus tendencias moderadas o eso va a llevarlo, como en el pasado, a decir que la culpa es de los empresarios, de los comerciantes que se aprovechan de la gente y suben los precios. Un elemento clave es lo que se define en los próximos días: si se va a un acuerdo con los bonistas o se va a un default.

Estamos en una línea muy fina en donde vamos a ver si en los próximos meses, además de entrar en una profundización de la crisis económica, Argentina se adentra en la radicalización política.

ML: Fijate que la diputada Fernanda Vallejos acaban de plantear que las empresas que reciben ayuda por parte del Estado habría que estatizarlas.

AC: Al interior de ambas coaliciones hay voces que van a contribuir a eso. Es difícil hacer pronósticos, pero yo soy pesimista en cuanto y en tanto las tensiones y los incentivos individuales para tratar de salvarse ante sus propios electorados y los costos asociados a tratar de sostener posiciones conjuntas en materia económica -como se la ha sostenido en materia de coordinación salud- va a llevar a que esta moderación política que estamos viendo y este diálogo entre los principales dirigentes del gobierno y la oposición, tengo la impresión de que a medida que el coronavirus desaparezca como principal amenaza, también se va a ir dispersando esta tranquilidad política que hemos visto en las últimas semanas.

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